jueves, 23 de mayo de 2013

Una triste estampa.



Logroño no es ciudad que pueda presumir de valiosos monumentos, eso, o que algunos de estos pasan desapercibidos bajo una capa de dejadez y porquería. A pie de la ruta de peregrinaje, en pleno casco viejo, se encuentra nuestro objeto de reflexión. Atravesando algunas calles con olor a orines, a veces decoradas artísticamente con "grafitis" dignos de la pared del lavabo de un bar, y pasando frente a unas fachadas en ruinas sin casa tras ellas, está la iglesia Imperial de Santa María de Palacio.
Dos vagabundos se apostan en un banco situado enfrente. Otro hace guardia en la puerta a la espera de que caiga alguna limosna. La ropa oscura y sucia del sintecho concuerda perfectamente con la fachada, ya casi negra. Los años y los coches han ido ennegreciendo la portada que un día visitaron reyes como Carlos I. Célebres personajes históricos al igual que el resto del populacho, durante siglos, se paraban asombrados a admirar la aguja de Palacio en el mismo sitio donde ahora ven pasar las horas los dos mendigos sentados en el banco. A pesar del panorama, estas personas humildes no son las que desentonan, pues la parroquia realiza tareas sociales dirigidas a los menos pudientes. Lo que resalta de esta estampa es la tristeza de este admirable monumento histórico, sucio, desaliñado, olvidado.
Las entidades locales dan la espalda a la iglesia de Palacio. No se sabe bien por qué esta parroquia, así como el resto de la zona, está sometida a semejante abandono. Mientras no se para de construir a las afueras de la ciudad pisos fantasma, o se arreglan fachadas que acaban pareciendo neveras con ventanas en el casco, el párroco de palacio hace malabarismos por las bóvedas de la iglesia para acceder a las torres. A parte de la poca preocupación por la vida del cura que pueda tener el ayuntamiento, Santa María de Palacio no es una simple iglesia, es parte del poco patrimonio histórico que tiene una ciudad como Logroño y, con lo cual, tenemos la obligación de conservarla debidamente.
Interior de la aguja.
Santa María de palacio se sitúa a pie del camino de Santiago. Se podría decir que ha sido testigo de los peregrinos desde hace siglos. Pero la realidad es la inversa, la iglesia no ve, sino que son los peregrinos los que la ven a ella. A su paso por el camino pueden observar con expectación y sin soltar la cámara de fotos la ennegrecida por fuera y polvorienta por dentro, iglesia de Palacio. Y, si no quedan contentos, pueden continuar por sus calles, adornadas con elegantes placas de hierro en el suelo para la cómoda circulación de los coches. Si miran a los lados, tendrán unas fotos estupendas de las casas viejas y poco cuidadas de los habitantes más humildes de la ciudad. Si tienen suerte con el día, no advertirán el dulce olor que queda en la zona de marcha de la ciudad a la mañana siguiente a un día de fiesta. Pero para llegar hasta allí ya nos habríamos ido muy lejos de Santa María de Palacio, pues el casco viejo de Logroño es tan extenso que pueden permitirse descuidar gran parte del mismo.

1 comentario:

  1. Esto no es real, son comentarios de hace tiempo .actualmente está bastante cuidado el casco antiguo y sus iglesias

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